No vive cerca de Japón, ni es radioactiva, pero al ver a una iguana marina de las Galápagos podemos notar un cierto parecido con un legendario monstruo de la cultura popular: Godzilla.
Reptiles marinos
Las iguanas marinas Amblyrhynchus cristatus son muy especiales, no solo por su parecido con el Rey de los Monstruos, sino porque son la única especie de su género y los únicos reptiles marinos existentes.
Como Godzilla, pasan sus vidas entre el mar y la tierra: aunque ni esta iguana real ni su contraparte ficticia pueden ser considerados como anfibios.
Eso porque los anfibios respiran tanto bajo el agua como fuera de ella y pasan por una metamorfosis, como las ranas: lo que no sucede con las iguanas marinas, ni con Godzilla, hasta donde sabemos.
Tampoco tienen una piel lisa como los anfibios, sino escamosa, con un conjunto de espinas distintivas que recorren su cuerpo, desde la cabeza hasta el final de su cola, una de las cosas que las hacen más parecidas al monstruo cinematográfico.
Monstruos horribles
Esa apariencia no causó muy buena impresión en los naturalistas del siglo XIX, Charles Darwin, las describió como “lagartos muy repugnantes y torpes” y antes que él, la escritora científica Maria Graham dijo que eran: “diablillos de la oscuridad”.
Por supuesto, esas son dignas descripciones de un monstruo, pero uno pequeñito, en todo caso.
Si en algo se diferencian las iguanas marinas de Godzilla, además de que sí existen, es en su tamaño: los ejemplares más grandes que se han documentado llegan a medir un metro y medio.
Eso es bastante grande para una iguana, pero nada comparado a los cientos de metros de Godzilla, cuyo tamaño cinematográfico también ha variado, de los 100 hasta los 300 metros.
Godzillas miniatura
Las iguanas marinas de las islas Galápagos tienen diferencias de tamaño no solo entre machos y hembras, sino dependiendo de la isla en la que habiten: en varias de las islas más grandes del archipiélago podemos encontrar subespecies, con variaciones de color y tamaño.
Se sabe que la alimentación influye en el tamaño que alcanzan. Aunque tienen garras y dientes afilados son principalmente vegetarianas: comen algas que crecen sobre las rocas marinas. Sus dientes filosos les sirven para arrancar las algas de las rocas submarinas y sus garras para sostenerse de ellas.
Los machos son los que comúnmente se sumergen para alimentarse, mientras que las hembras o iguanas jóvenes esperan a que baje la marea. También comen crustáceos pequeños e insectos. Nada de edificios, autobuses, ni peatones asustados.
No tienen muchos depredadores naturales, pero la cercanía con los seres humanos las ha puesto en peligro: los cerdos y perros pueden atacar a las iguanas adultas o comer sus huevos.
A diferencia de Godzilla, son unos animalitos muy dóciles que no escapan si alguien los intenta atrapar: se sabe que hay quienes ilegalmente las mantiene como mascotas, pero en general eso nunca termina bien para las iguanas.
Y aunque no tienen un enemigo tan terrible como Kong, el cambio climático las afecta igual que a todas las especies marinas: si bien no están en peligro de extinción, se consideran como una especie vulnerable.
Así que quizá, solo por esta vez, a los seres humanos nos toque ir al rescate de un monstruoso lagarto.
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