En agosto pasado, Kristina Knapic, propietaria de una antigua y lujosa mansión construida en 1920 en la localidad de Ojai, California, decidió arrendar su propiedad a través de Airbnb.
Una supuesta usuaria llamada “Anna” acordó arrendar la mansión por cinco días “para unas vacaciones cortas de verano” a un precio de 1.095 dólares por noche. Al momento de entregar las llaves, “Anna” iba en camino, pero su cuñado Andrei Treivas accedió gentilmente a recibir la mansión, consigna The Smoking Gun.
Se trataba de un engaño, “Anna” no existía y Treivas tampoco era su cuñado, sino un actor, director y productor de porno gay conocido como Michael Lucas, quien había arrendado la mansión con otro objetivo: Filmar una porno gay.
La propietaria no se dio cuenta del hecho hasta volver a la mansión y encontrarse con “kits de enema por toda la casa (plantas, camas, basura), semen y varios dispositivos sexuales encontrados en las camas y en la basura, el agua del jacuzzi de color marrón y sábanas manchadas”.
Estos elementos fueron los delatores del rodaje de la película, hecho que fue reconocido posteriormente por la productora Lucas Entertainment a New York Daily News, quienes aseguraron que habían dejado la mansión en buenas condiciones.
“Nos dijeron y tenemos por escrito que la mansión estaba en perfectas condiciones”, señaló Michael Lucas.
Sin embargo, Knapic no contenta con la respuesta, demandó al actor por daños a la propiedad, incumplimiento de contrato y “daño emocional”, todo por una cifra de 30 mil dólares.
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