De repente parece que las vacunas son algo nuevo para el mundo, este año hemos hablado sin cesar de su funcionamiento, cómo se hacen, qué pruebas deben pasar.
Pero en realidad las vacunas tienen una historia mucho más larga.
Nuevo mundo, nuevo virus
La vacuna contra la viruela fue la primera que existió, incluso antes de que se supiera la existencia de los virus. Era una enfermedad muy contagiosa y mataba a 1 de cada 3 personas que la contraían.
Quienes se recuperaban quedaban con secuelas graves como ceguera o al menos con las marcas de los granos que les causaba la enfermedad. La palabra viruela se originó del término variola que quiere decir pústula o grano.
Durante siglos la viruela fue una enfermedad común en Europa y cuando los conquistadores llegaron a América, entre otras cosas trajeron esos virus.
Esta enfermedad influyó de forma en la caída de los aztecas y los incas: cuando los conquistadores llegaron muchos pobladores americanos enfermaron y murieron, pues sus sistemas inmunes no conocían al nuevo virus.
Vacas virales
Este año nos ha quedado muy claro que los virus son buenos viajando, para el siglo XVIII la viruela ya era lo que ahora consideramos una pandemia: había llegado a Australia, eso quería decir que estaba por todo el mundo.
Entonces un médico inglés y unas vacas aparecieron en escena para cambiar el curso de la historia.
Se sabía de la existencia de una viruela bovina, también con granos, pero que no tenía consecuencias graves en vacas, ni en humanos.
Jenner pensó que el hecho de estar en contacto con los granos de la viruela bovina de alguna manera protegía de la viruela humana: probó su hipótesis inoculando pus de los granos de las vacas en personas. Y así nació la vacunación.
Vacunas, salvando vidas desde 1796
Jenner hizo mucho más que esa inoculación para probar su hipótesis: después de la pus de las vacas tuvo que inocularlos con pus de viruela humana.
Ya sé, tanta pus suena horrible y lejana al aséptico procedimiento actual de la vacunación. Pero gracias a todas esas pruebas Jenner pudo confirmar que, cuando las personas estaban en contacto primero con la viruela bovina terminaban siendo inmunes a la viruela humana.
Ahora reconocemos a Jenner como padre de la inmunología y lo consideramos una de las personas que más vidas ha salvado, aunque en un principio muchos fueron escépticos de su trabajo.
Sin embargo, él continuó con sus protocolos científicos: reunió muchos resultados, los analizó y los compartió con la comunidad científica, hasta que se aceptó por completo la vacunación.
Aunque no usen pus de las vacas, los científicos actuales que desarrollan vacunas hacen cosas muy parecidas: cientos de miles de pruebas e igual comunican sus resultados, no nada más a la comunidad científica, sino al mundo. Así que no solo le deben mucho a Jenner -como todos- sino que son sus dignos herederos.
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