Los paisajes áridos alrededor del lago Natrón, contrastan con los de su vecino el Serengueti, una zona protegida de Tanzania, por su gran biodiversidad.
Ahí no solo hay poca vegetación, sino que algunos animales que caen en el lago y mueren en sus aguas, terminan muertos y petrificados, ¿por qué pasa eso?
Lago de salmuera
El lago Natrón se localiza en Tanzania, en la región de Arusha, cerca de la frontera con Kenia.
Es muy extenso, tiene un área aproximada de 800 kilómetros cuadrados: es visible desde el espacio; pero en realidad no contiene tanta agua, porque tiene aguas muy poco profundas.
No es un lago de agua dulce, sino salado. Por las características de la zona geológica en la que se formó, junto al estratovolcán Ol Doinyo Lengai, el lago Natrón tiene una muy alta concentración de minerales disueltos.
Podemos considerar que las aguas del Natrón, son realmente una salmuera: si tomamos en cuenta que se denominan así a las mezclas de agua con sal, que contienen más del 5% de sal disuelta.
Momias saladas
Casi siempre cuando decimos sal nos referimos a la sal de mesa, el cloruro de sodio, pero hay que tomar en cuenta que esa sal que nos parece universal, en realidad solo es una de muchas que existen.
En el caso del lago Natrón, las sales disueltas son diferentes variedades de carbonato de sodio, principalmente uno que se llama natrón, de ahí el nombre del lago.
Esos carbonatos de sodio son muy comunes en la región: su vecino, el volcán activo Ol Doinyo Lengai, arroja lava de carbonatitas.
Esos carbonatos no son tóxicos en sí mismos, pero tienen la capacidad de deshidratar los tejidos.
Así que los animales que desafortunadamente mueren cerca de este lago terminan conservados, como momias. Por eso los antiguos egipcios usaban el natrón en sus procesos de momificación.
Aguas rojas, pero inhóspitas
Otra característica notable del lago Natrón es que en las épocas de más sequía sus aguas tienen una coloración roja.
Podríamos pensar que el color del agua se debe a las sales disueltas, pero no es así: los carbonatos son blancos.
La abundancia de carbonatos sí hace otra cosa: favorece la existencia de colonias de cianobacterias halófilas; algas microscópicas que les gusta vivir en ambientes extremadamente salinos.
Esas algas microscópicas hacen fotosíntesis, igual que las plantas, y para eso tienen ciertos pigmentos, que en este caso son rojizos.
Cuando aumentan las concentraciones de sal en el lago, en las temporadas de sequía, es cuando las aguas se ven más rojas, porque las algas microscópicas proliferan.
Además de las cianobacterias, en el lago Natrón viven peces de la familia de la tilapia, que también se han adaptado a esas condiciones salinas.
Pero quizá los inquilinos más notables del lugar sean los flamencos enanos que viven en sus orillas: estas aves rosadas pueden filtrar las aguas saladas con sus picos y se alimentan de las cianobacterias acuáticas.
Que esas algas rojizas sean la base de la alimentación de los flamencos, contribuye al color de su plumaje.
Así que estos seres vivos que aparentemente sobreviven a pesar de las circunstancias, quizá nos muestran que sin importar las adversidades, la vida siempre encuentra un camino.
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