El pasado 31 de octubre un avión Airbus con 224 personas a bordo, la mayoría de procedencia rusa (219), fue siniestrado, cayendo sus restos al norte del Sinaí, en Egipto.
El ataque adjudicado por el Estado Islámico (ISIS) inmediatamente tuvo la respuesta del presidente ruso Vladímir Putin, que anunció un bombardeo intensivo en Siria en contra del grupo terrorista.
De acuerdo a la revista en inglés Dabiq, propiedad del grupo yihadista, una lata de bebida Schweppes Gold y un detonador habrían sido los componentes de una supuesta bomba de fabricación casera, causante del accidente aéreo. El objetivo en un principio habría sido un avión de la coalición liderada por Estados Unidos, pero la decisión cambió de forma precipitada ante la “arrogancia de Rusia”.
Junto al artefacto explosivo, el Estado Islámico publicó fotos del avión siniestrado y algunos pasaportes de las víctimas, que fueron conseguidos a través de colaboradores muyahidines (guerreros santos), filial egipcia del ISIS, consigna El Mundo.
En la publicación, el grupo terrorista celebró los últimos atentados en Egipto, Líbano y Francia. “Los sagrados ataques contra rusos y franceses fueron ejecutados con éxito pese a la guerra que libra la inteligencia internacional contra el Estado Islámico”.
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