La historia de un hombre de 39 años que fue tratado en el Hospital Universitario de Colonia, Alemania, llamó la atención esta semana. La razón es cuando los médicos lo analizaron les fue difícil creer lo que veían: contaba con una sangre tan espesa que era increíble que siguiera vivo.
El hombre llegó a urgencias con graves síntomas de vómitos, dolores de cabeza y pérdida de conciencia. Los doctores se dispusieron a hacerle una prueba de sangre pero lo que encontraron resultó ser muy inusual. Lo que obtuvieron fue un líquido blanco y viscoso (no es lo que crees) que ocupaba gran parte del espacio donde debería estar la sangre dentro de la muestra.
El hecho se dio por una conjunción de factores entre los que se encontraba el estado de obesidad del paciente. Ese líquido blanco no era otra cosa que grandes depósitos de grasa que estaban provocando graves daños en su organismo.
El problema fue catalogado como un caso de hipertrigliceridemia. Es decir, contaba con unos niveles altísimos de triglicéridos en la sangre. Sin embargo, este caso no es como cualquier otro pues su gravedad era extrema. Los niveles normales de triglicéridos deberían ser de menos 150 miligramos por decilitro, mientras que una cifra muy alta sería de 500mg/dL. Increíblemente este hombre tenía 18.000 mg/dL, unos niveles 120 veces mayores a los de una persona sana.
Debido a la gravedad del asunto, el tratamiento tuvo muchas dificultades para poder ser realizado. Normalmente se utiliza una técnica llamada plasmaféresis, que emplea una máquina encargada de extraer el plasma sanguíneo y que elimina el exceso de triglicéridos. No obstante, la máquina se atascó dos veces por la sangre tan espesa del paciente.
We are fascinated by this case report on #bloodletting to treat severe #hypertriglyceridemia when plasmapheresis was not possible: https://t.co/a8O4FqBrwr pic.twitter.com/6pRAwDbmAS
— Annals of Int Med (@AnnalsofIM) February 27, 2019
Salvándole la vida
Por lo tanto, el equipo médico se vio obligado a cambiar de estrategia a una más clásica. Durante años la humanidad trató enfermedades simplemente extrayendo sangre de los enfermos (Sangría), algo que no era muy efectivo en ese entonces. Una de las técnicas de la sangría era la llamada flebotomía. Consistía en hacer una incisión en una vena periférica y así extraer la sangre.
Esto es algo que todavía se hace, pero no es tan común. Los doctores decidieron entonces aplicar la técnica, abrir las venas del paciente y evacuar la espesa sangre del hombre. Así, terminaron extrayendo dos litros de sangre mientras se le proveía concentrados de glóbulos rojos, plasma fresco congelado y una solución salina fisiológica.
Increíblemente la vida del hombre fue salvada. De hecho, menos de una semana después dejó de tener síntomas neurológicos relacionados.
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